miércoles, 16 de diciembre de 2015

De los cobardes sí se escribe

Y sigue el circo mediático, un espectáculo lamentable que se nutre de la más profunda mediocridad y de las más bajas pasiones. La campaña electoral continúa y aún no nos hemos subido la bragueta. Y esta vez son sonados protagonistas los representantes del bipartidismo: un seudoizquierdista que maneja las palabras y los gestos con la digna imitación de C3PO (¿suplirán sus mecánicos tonos de voz y su gestualidad uniforme a las talentosas cualidades de Jordi Hurtado?) y un pobrecito señor de la tercera edad venido a menos, incomprendido y olvidado por el sistema herido en su dignidad y relamiéndose con la desolación más cutre y patética que una persona que conozca el contexto pueda imaginar. Telenovela asegurada, viaje al centro del melodrama.


Demostrado está de sobra que algunas cosas no cambian, sino que van a peor. El debate de antes de ayer estaba más a la altura de una pelea de gallitos en un garito de pocas luces que de un intercambio de argumentos y contraargumentos. Una genuina expresión de lo grotesco. Valle-Inclán se sonrojaría ante un esperpento así. Soy muy escéptico con la exaltación de la nueva política y el exacerbado rechazo a la vieja política, sobretodo porque es falacia que una cosa por ser más reciente sea necesariamente mejor (la reforma de la Fontana de Trevi, por ejemplo). ¿Pero en esto? En esto no puedo estar más de acuerdo con esa distinción.

Y para colmo del desmadre, entra en juego la honorabilidad de alguien del que ya sabíamos que poca vergüenza tiene. Que Rajoy se ofenda de esa manera porque su contrincante le dijera que no es decente implica lo extremadamente lejos que está de la ciudadanía. La barbaridad de golpetazo que le han dado en el paseo de Pontevedra, su amada urbe, suman en este descarado juego que más de uno entenderá como lo mejor que ha pasado en semanas. Lamentable.

No creo que aporrear a los representantes del gobierno sea lo adecuado (no me gusta la violencia ni lo que representa), pero es un riesgo que se corre cuando se hace política de espaldas a la vida de la gente corriente, cuando se tiene la suficiente desvergüenza para no dar la cara salvo cuando interese y no estar a la altura de un pueblo que cada vez es infinitamente mejor que sus gobiernos. Son cosas del cargo, y si se miente descaradamente (aunque sea desde pantallas de plasma) sin escarmientos, es algo que no se puede justificar, pero sí prever.  

Eso sí, espero que lo de hoy no sea blandido como argumento para crear una nueva ley de seguridad ciudadana, que son capaces. Al fin y al cabo acaban acogiéndose a unos derechos que paradójicamente recortan con la saña de un Jeffrey Dahmer desatado.

En contra de la violencia, tiene usted todo mi apoyo, señor Rajoy. En nada más. Las ofensas son para todos, y uno no siempre es justo ni mide con la misma vara. Pero bueno, ese argumento ya lo usan ustedes con el tema del humor. Espero que lo entienda, y no se ofenda por el título. 

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