lunes, 19 de octubre de 2015

Las mitras y los curas rojos

El pasado miércoles me dio la impresión de haberme despertado hace tres siglos cuando el arzobispo de Valencia, Antonio Cañizares, realizó el ya famoso discursito sobre Troya y los refugiados. Las declaraciones realizadas en Fórum Europa por el cardenal le han valido reprimendas desde todos los ámbitos religiosos y civiles, incluso con una contestación del papa y una denuncia de la Red Española de Inmigración acusándolo de xenófobo, ultra e islamófobo. El único que se presta a ayudarlo es el ministro de Interior, Jorge Fernández Díaz, miembro del Opus Dei y artífice de las vallas con cuhillas en Melilla.
Ahora el pobrecito de Cañizares dijo que lo malinterpretaron, que él se identifica con el drama de los refugiados y que se siente indefenso hacia una causa en la que quería buscar una mayor conciliación. Igual el rezo por la unidad de España, supongo. En cualquier caso, las dignas reacciones nos aseguran que las indecencias de este insoportable energúmeno no quedarán impunes. Al menos esta vez.

Esto es solo una anécdota para pensar en el papel de la Iglesia Católica en España. Entendiéndola como institución, claro está. Ni que decir que, lamentablemente, ha sido uno de los senos de retroceso social y político más fuertes y duraderos en la historia de España. Aunque con matices. Al ser una de las instituciones más antiguas, ha proporcionado episodios recientes en la historia desgarradores ya muy conocidos. Cristianos honrados como mis padres tienen que soportar que se erijan como representantes morales el clan de los Romanones o ese sociópata homófobo del arzobispo Juan Antonio Reig . Y eso como poco.

Pero hay una cara de la Iglesia mucho menos conocida, una que pasa desapercibida. Y no me refiero a la caritativa. Me refiero a la Iglesia combativa, la de los trabajadores y los luchadores, de los desheredados. Una Iglesia que se ha mantenido olvidada por culpa de las injusticias de la otra. Hoy en día se ha olvidado casi prácticamente en el ideario colectivo las luchas de los llamados "curas rojos", sacerdotes que en plena dictadura se convirtieron en un foco de resistencia contra el franquismo. Es muy triste que se desconozca la hermosísima historia de José María de Llanos, un hombre que pasó de ser el confesor de Franco a agrupar a liderar a abrazar la pobreza, el marxismo y liderar en los suburbios del barrio madrileño El Pozo del Tío Raimundo un movimiento en defensa de los marginados y por la libertad. O la Hermandad Obrera de Acción Católica. O la historia del cardenal Tarancón, que llegó enfrentarse con el mismo caudillo y que recibía diariamente amenazas de muerte de grupos terroristas de extrema derecha.
Y todo ello lo hacían con el comprensible rechazo de aquellos que habían sido castigados por las sotanas y las mitras, las víctimas de una guerra que esa Iglesia oficial nunca quiso reconocer como injusta y entre las que se contaban numerosos religiosos leales a la democracia.

Con los años ochenta, la esperanza se truncó. El nombramiento del ultraconservador Karol Wojtyla como papa y la legitimación de la injusticia con la primavera del neoliberalismo volvió a asentar en el poder a una oligarquía corrupta y enfermiza que se perpetua hasta nuestros días. Los focos de resistencia se fueron casi todos a Latinoamérica, formando la hoy todavía vigente Teología de la Liberación, y dejando a la Iglesia de España parcialmente huérfana.

Las esperanzas de reconstruir en España un cristianismo de los inicios, que sistematizaba Chomsky pero que ya conocemos, hoy se encuentran muy lejanas. Incluso con el papado de Jorge Bergoglio y los heroicos esfuerzos de asociaciones civiles que se declaran cristianas o incluso parte de la Iglesia.
Mis experiencias vitales me impiden poder identificarme con la religión cristiana. No obstante, no puedo mas que sentir auténtica admiración hacia aquellos y aquellas que, desde un cúmulo tan reaccionario y podrido, son capaces de defender con uñas y dientes, incluso hasta morir, al Otro de Ryszard Kapúscinsky, los Nadie de Eduardo Galeano, los residuos humanos de Baumant, los desheredados de Fanon, los siempre desposeídos de Camus .




No hay comentarios:

Publicar un comentario