domingo, 1 de mayo de 2016

¿Y qué si el mundo cabe en una canción de Silvio Rodríguez?

Silvio Rodríguez en un momento del concierto de Valencia de 2016.
Oh, mujer,
Ojalá que contigo se acabe el amor.
Ojalá hayas matado mi última hambre
Que el rídiculo acaba implacable conmigo
y yo, de perro fiel, lo transformo en canción.

Silvio Rodríguez, "Dibujo de mujer con sombrero"
El maestro salió de la isla. El cantautor cubano Silvio Rodríguez decidió reanudar su eterna aspiración de trovador para trasladar su mensaje a España. Tuve la inmensa satisfacción de verle en el concierto que dio en Valencia el 29 de abril, en el Pabellón de la Fuente de San Luis. Rodríguez, a sus muy bien llevados 69 años, demostró por qué sigue siendo una de las voces más íntimas y hermosas del siglo pasado (y por suerte, del presente). A pesar de que hablamos de un estadio de baloncesto, y que los asientos eran incómodos y no estaban numerados (las entradas sí lo estaban), la sonoridad era perfecta, y las pantallas nos permitieron más a fondo los detalles de los músicos 

La promoción de su último disco, Amoríos (2015), no hizo realidad la posibilidad de que el cantante dejara de lado sus canciones más conocidas y personales. Tampoco el temor de mis acompañantes, dos de mis tíos, que habían tenido la mala experiencia de ver a un Pablo Milanés (autor de bellezas como "El breve espacio en qué no está") afónico hace algunos años en un concierto de Gandía, se le trasladó a su compañero. Más bien al contrario: lucía la misma voz que hace cuarenta años.

Acompañado de un potente grupo de músicos, el gran artista hizo repaso de sus mejores y más reconocidas canciones. Himnos a la reflexión, a la soledad, a la resistencia, la rebeldía, la naturaleza y el mundo. Pero, por encima de todo y ante todo, canciones al amor. Versos que resuenan en la memoria y el corazón, de las tristezas y las desgracias, pero también las ilusiones y la libertad del amor por encima de todas las cosas. Empieza abriendo el concierto con dos canciones de su nuevo álbum: la muy apropiada "Una canción de amor esta noche" y la impresionante "Tu soledad me abriga en la garganta".



Especialmente profunda fue su llamada tetralogía de exposición de una mujer, cuyas cuatro canciones ("Dibujo de una mujer con sombrero", "Óleo de una mujer con sombrero", "Detalle de una mujer con sombrero" y "Mujer sin sombrero") son las que más evoco de toda su actuación. 

La esposa de Rodríguez, Niurka González, destacó por una inmensa habilidad con la flauta travesera y el oboe. Los guitarristas, a ritmo de melodía cubana con sabor a Caribe y entretejidos sonoros mestizos, dieron muestra de su virtuosismo, que complementaba perfectamente a la intimidad del cantautor, acompañado únicamente de su eterna guitarra (y a veces, ni eso).

La interpretación de "Tonada del libre albedrío" o la mención de Ana Belén Montes demuestran que Rodríguez sigue defendiendo rotudamente la Revolución Cubana, a pesar de que el tiempo y las circunstancias hayan cambiado a este polémico régimen de una manera demasiado negativa. Pero sin embargo, las historias trascienden a la ideología concreta, y aunque las luchas hayan fracasado hasta cierto punto, su resistencia no deja de ser inspiradora. No en vano, continúa realizando conciertos por los más desfavorecidos en La Habana, y recientemente anunció que tocará en Ecuador en memoria de las víctimas del reciente terremoto





Y llegado el momento, y tras varias canciones inmortales ("Quien fuera" o "Sueño con serpientes") y una curiosa anécdota con Gabriel García Márquez, que le inspiró para escribir "San Petersburgo", llegó el momento anhelado. "Ojalá": la expresión más bella del desamor, de la desesperanza ante la ruptura. A ese nivel, el éxtasis del público llegó a su cénit ante un cantautor visiblemente hastiado de cantarla, algo muy comprensible dado lo pesado que puede llegar a ser la audiencia, sea del país que sea, por escuchar una canción así.

Lo siguiente fueron varias secuencias en las que el cantautor abandonaba el escenario para, ante el clamor de un público, muy generosamente retornar para una canción más. Cuatro veces, en total. "Mi unicornio azul", "Qué poco es conocerte", "Querer tener riendas" y la bellísima "La gota de rocío". Para esta última, se hizo de rogar bastante, pero dejó un sabor de boca distinto, pero sin duda dulce.

Todas estas canciones que menciono son muy recomendables para disfrutar, dejarse llevar por el mundo alocado que subyace en las melodías y los fonemas. En definitiva, volver a creer en la vida. Háganme caso: hay músicos sobre los que no se entiende de edades. Silvio es uno de ellos. Y yo no puedo ser más feliz de verlo en que probablemente será la última vez que visite mi ciudad.
Orgulloso estoy de esta herencia cultural aprendida de mis padres y mis tíos.


Ojalá que la aurora se vaya tras de ti... Ojalá que la tierra no te bese los pasos...
(Silvio Rodríguez, "Ojalá")



No hay comentarios:

Publicar un comentario